jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 9.

Limusina.

Nos empujan bruscamente e incluso nos hacen daño.

Ella le da un capón a uno que estaba bastante regordete.

-¡Cómo se te ocurre tocarme el culo! ¡Estás muerto! Primero venís, con todo lo que está pasando, nos soltáis cuatro gilipolleces, nos echáis de nuestro propio refugio y luego nos acosáis sexualmente.

-Solo a ti-dice Pura.

Ella fulmina a Pura con la mirada y intenta entrar otra vez en el refugio. Cuatro guardianes la atrapan, uno saca un trozo de cuerda y le ata las manos y las piernas para inmovilizarla.

¡No pueden hacer eso! Pero a la que me doy cuenta me están cogiendo por la espalda y atándome las piernas.

¿Nos están secuestrando? Joder, si no teníamos suficiente con un puñado de zombies, ahora tenemos a estos locos.

El hombre que me tiene agarrado por la espalda me susurra algo al oído.

-No os preocupéis. El señor nos dijo que no aceptaba un no como respuesta.

Parece que están esperando a alguien, o a algo, pero no pasa nada, ni viene nadie.

¿Por qué nos secuestran? Ojalá venga un zombie y se los coma. A parte de desear que estos extraños hombres desaparezcan, siento curiosidad. Sé que debería estar asustado, pero no lo estoy. Los zombies están haciéndome una persona más valiente.

La espera se hace eterna, pero nadie dice nada, para evitar que los locos estos se pongan a decir sus estupideces.

Oímos rugir un motor y el sonido de ruedas arrastrándose por tierra húmeda. Es una limusina. Una limusina plateada con una luna muy cutre dibujada en el capó. Pese a ser muy cutre, es muy larga. Se para delante de nosotros.

-¿Lo veis? El señor de la Canción de La Luna nos quiere. ¡Mirad de lujo!-dice Nora.

Evito gritarle. Sería un gasto de energía innecesario.

Nos meten bruscamente en la parte de detrás de la limusina. Ni siquiera nos desatan, sin embargo los asientos son comodísimos. Viento y Nora están delante de mí. Yo estoy entre Pura y Ella.

La limusina arranca a una velocidad vertiginosa.

-¿Cómo creéis que será la guarida?-dice Nora.

-Basta ya con las gilipolleces, por favor. Esto no está pasando.-Dice Ella bruscamente.

-Espero que no nos lleven muy lejos, si no, no podremos volver a la casa.-digo.

-Creo que aunque nos dejen cerca… Será peligroso volver-dice Viento.

-¡Pero ahí lo teníamos todo! Yo creo que nos llevan para usarnos como cebo contra los zombies.-dice Ella.

Continuamos hablando todo el trayecto, y se nos hace corto.

Pasadas tres horas, la limusina se detiene. No puedo ver donde estamos porque tiene las lunas tintadas.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 8.

Comunicado.

Me he quedado helado. ¿Quiénes son esos? ¿Son una secta? ¿Qué es lo que pretenden?

Salgo corriendo detrás de ellos, pero me cierran la puerta en las narices.

-¡Abridme!

No me responden. No me abren. Corro a la parte trasera. Por suerte, la puerta está abierta. Rápidamente llego hasta el comedor. Allí están. Siete hombres vestidos con túnicas blancas, y Nora sirviéndoles té.

-¡ALEX! ¡Creí que habías muerto! Dice mientras deja verter el líquido en la taza.

No entiendo nada, esto no tiene sentido.

Viento aparece y me abraza muy fuerte.

-Me estás ahogando-le digo.

-No me vuelvas a dar ese susto-dice mirándome a los ojos.

Ella está ahí, apoyada contra el marco de la puerta con una sonrisa sarcástica.

-Se ve que a los zombies no les gusta tu sabor.

Se nota que estaba muy preocupada, lo que me hace sonreír. Estoy de vuelta aquí.

-¿¡Quiénes son los de la secta!?

Nora se aparta el pelo de una manera extraña y dice.

-No son de una secta. Son los GUARDIANES DE LA CANCIÓN DE LA LUNA.

Lo último me ha dado escalofríos.

Viento va a estallar de risa.

-Esta epidemia nos está volviendo más locos que Nora-dice Ella. ¿Qué demonios estáis haciendo aquí?

Uno de los “guardianes”. El que parece el líder, se levanta de la silla. No podemos ver su rostro debido a la capucha blanca que lo cubre.

-Hemos venido a entregar un mensaje del señor de la CANCIÓN DE LA LUNA. El señor está rescatando supervivientes para llevarlos a su humilde refugio, donde tendrá lugar el TRANSPORTE. El señor salvará a la humanidad.

-¿Cómo sabía el señor ese que estábamos aquí?-Preguntó Viento.

-Gracias a un video que hicisteis público en la red.

Un “guardián” se levanta y le susurra algo al que acaba de hablar.

-Ah, no me acordaba. Tenéis que leer el comunicado.

Le da un sobre muy ornamentado con dibujos geométricos de color púrpura a Ella.

Ella rompe el sobre bruscamente y saca un pequeño papelito.

Comienza a leer.

Querido superviviente:

Ahora tienes la bendición de la canción de la Luna.

El Transporte tendrá lugar muy pronto.

Si deseas la salvación de la humanidad, acepta esta invitación.

Pero antes la canción de la luna deberá realizar la selección.

Quien está preparado para el transporte.

Acepta la invitación y participa en la Selección.

Atentamente.

El Señor de la Canción de la Luna.

-¡Aceptemos, aceptemos!-dice Nora.

Pura, que no había hablado en mucho tiempo dice;

-Os veo pardillos. ¿Sabéis lo que es eso? Yo no quiero a estos papagallos, quiero a personas que atiendan en clase. Esta gente es de la que te saca el dinero. Hala, doscientos mil euros… Huy, no creáis que roban tanto. Con esta gente…La imaginación al poder, todo menos atender…

Y se va a desvariar a otra parte.

-¿Qué opináis?-dice Viento.

-Claro que no vamos a ir-dice Ella.

Demasiado tarde. Los hombres nos empujan y nos arrastran fuera de la cabaña.

Capítulo 2. Parte 7.

Defensa.
Estoy hiperventilando. Siento un fuerte dolor en los piés, que se me habrán hinchado tanto que ahora tendrán el tamaño aproximado de un balón de fútbol. Cuando me encuentro al límite de mis fuerzas, exagero.
Es necesario que, para que no me agote al máximo, ande lentamente, pero me viene todo de golpe. La cabeza está a punto de estallarme del dolor por culpa de no haber dormido. Y casi no puedo mantenerme de pie.
No puedo evitar caer sobre el suelo terroso.

Cuando despierto estoy en un lugar pequeño, frío y gris. Artificial. Bajo mi cabeza hay una chaqueta bastante gruesa, supongo que la han puesto a modo de cojín.
Una mujer muy seria, que debe de tener aproximadamente cuarenta años me está mirando. Está hablándome, pero estoy tan confuso que no entiendo nada de lo que dice. Llega más gente, todos vestidos con uniforme de soldados, casi no cabemos.
Como no les entiendo, asiento a todo lo que me dicen, lo que hace que se alteren y me apunten con metralletas y escopetas.
Ahora caigo.
-No me han mordido-digo alarmado.
Automáticamente se relajan.
La mujer de antes me explica que les han ordenado que asentarse en ese punto para poder reducir la cantidad de infectados y ayudar a los supervivientes.
Un hombre muy grande me dice que en dos días va a llegar otro autobús que llevará a supervivientes a un refugio que hay en una gran ciudad que está hacia el sur. También me dicen que ya conocen muchos más datos de la infección.
Hay una parte de la población mundial que es inmune, pero nuestro continente es el que más daños ha sufrido, con un porcentaje de infectados del 90%. Los demás países no quieren ayudarnos por temor a que se expanda la infección.
Las noticias que me dan me entristecen, pero ahora necesito que me ayuden.
De repente se oye un sonido de alarma, y todos los militares se alteran. Por una radio se escucha una voz. Quien quiera que esté hablando a través de ella está totalmente aterrorizado y desesperado.
Nunca voy a entender lo que significan los códigos que utiliza esta gente. Charlie. Tango. Números al azar. Así que no me entero del mensaje. Pero sí deduzco que ha pasado algo muy grave y tienen que movilizar la base. Todos los soldados cogen armamento pesado y se largan. Dejándome solo. La verdad es que me estoy acostumbrando a ello. A estar solo.
No pienso esperarles si de todas maneras no me van a ayudar. Eso sí, antes cojo una pistola por si las moscas.
No se volver. Pero me da igual. Quiero alejarme, perderme, olvidarme de todo.
Ni siquiera me molesto en correr. Avanzo lentamente por el bosque. Si aparece un infectado, ya decidiré que hacer.
Cuando veo la casa, quiero enfadarme, pero me invade un gran alivio. Sé que realmente quiero estar con ellos. Descifrar a Viento. Lo peor es que la casa está rodeada de zombies. Un centenar de zombies. Estan atrapados dentro. Es imposible que sobrevivan.
Me escondo detrás de un gran tronco, con el corazón en un puño.
Creo estar loco, porque veo llegar a varios hombres vestidos con delicadas túnicas blancas armados con espadas. No dejan ni a un zombie vivo y entran en la casa.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 6.

Disturbios.

Me levanto enseguida del sofá y miro por una pequeña rendija que hay entre dos maderas. Tengo a tres infectados delante. Me río, ya que están golpeando las ventanas con su cabeza. Golpean tan fuerte, que sus cráneos se han roto.

-Cuánto aguante-dice Nora.

Corro hacia otra ventana y asomo los ojos entre los pequeños recovecos de las maderas clavadas.

Hay una decena de zombies hambrientos de carne. Intento mantener la calma, pero los nervios pueden conmigo.

-¡HAZ ALGO! ¡HAZ ALGO!-grito a Viento.

-Claro, tu siéntate en el sofá mientras intento que no me coman el cerebro.

Admito que me he pasado, y que me merezco esa respuesta fría. No me tengo que enfadar como un crío, ahora no.

-Lo siento-digo, arrepentido.

Está claro que si salimos, nos comerán.

Una luz se enciende en el cerebro de Nora.

-Podría salir una persona de la cabaña…

-Sí…-decimos los tres.

-Esa persona podría llamar la atención de los aporreadores.

-Sí…

-Los aporreadores saldrán corriendo detrás de esa persona…

-Emmm… Sí…

-“Esa persona” los despistará y volverá a la casa, y los zombies, ¡Se perderán en el bosque!

-Tengo una pega-digo- ¿Y si no los despista?

-Seguramente acabarán comiéndole el cerebro.

Pura interviene.

-Voto por que sea Alex.

-¡¿YO?! ¿Por qué?

-Por tu comportamiento.

¿En serio me merezco esto? Creo que sí. Pero no quiero ofrecerme de cebo vivo. Ni por asomo.

-Si quieres lo hago yo-dice Viento.

-No, ya has hecho suficientes cosas por hoy. Saldré yo, correré un poquito y los despistaré. Tranquilos.

-Voy a ver a Ella-dice Nora.

Viento me acompaña hasta la salida trasera, por donde hemos salido con el quad.

-Por si pasa algo… Adiós, te echaré de menos.

Eso que ha dicho me ha puesto los pelos de punta.

Camino lentamente hacia la parte delantera de la casa, mis pasos hacen crujir las hojas muertas. Me planto delante de ellos y no me ven. Grito. Se giran lentamente y me examinan. Son bastante lentos. Comienzan a avanzar hacia mí lentamente. Yo voy alejándome lentamente al mismo tiempo.

Es muy sencillo, cuando estemos lejos de la casa, volveré corriendo. A lo lejos veo a viento armado con la última pistola que nos queda. Espero que no me pase nada.

Tras un largo instante, ya apenas puedo ver la casa.

De repente siento una presión en el hombro derecho. Miro y veo la cabeza de un zombie clavando sus dientes en mi hombro. Sólo me desgarra la sudadera, afortunadamente. El corazón me da un vuelco. Muerto de miedo, consigo empujar al infectado. Sin pensarlo me adentro en el bosque corriendo como nunca he corrido en mi vida. Me falta el oxígeno, me duelen los pies, y mi cabeza me sigue dando pinchazos a causa de la falta de sueño. Sin darme cuenta estoy de nuevo en la carretera. Miro en dirección a la ciudad, y veo que han colocado una gran barrera, parecida al muro, y han construido una especie de torretas militares. Extraño, ya que hace cuatro horas yo y Viento atravesábamos esa salida montados en el quad.

Decido acercarme.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 5.

Cultura.

Me encanta la manera que tiene Pura de explicar hechos en la economía.

-¿No sabéis que significa a largo plazo?

Obviamente, sí lo sabemos, pero queremos que lo explique ella.

-Es como si yo digo… “Toma, ya me lo devolverás, a largo plazo… O nunca”.

Me he quedado pasmado. Lo mismo me pasa cuando intenta explicar el concepto de depósito:

-En depósito es porque, están ahí, muriéndose de risa.

El tiempo pasa muy rápido y parece mentira, pero ya vamos por la Primera Guerra Mundial.

-Vosotros os pensáis que al pasar la hoja estáis en otro siglo ya, ¿no?

Qué ironía.

Llevamos dando clase una hora y media. Necesito levantarme.

-¡Alemania es la que lleva la voz cantante! ¡La Reina de los Mares!

De repente, mira de un modo amenazador a Nora.

-Señorita… ¿Qué clase de apuntes son esos? ¡Yo que pensaba que las chicas erais más aseadas que los chicos.

Ese comentario no me ha sentado bien.

-Pero es que lo voy a pasar a limpio más tarde-dice Nora, afligida.

-Pasar a limpio es una justificación moral tonta.

Viento ríe a carcajadas.

Pura se pone muy nerviosa y se levanta.

-En toda clase, hay tres reglas. La primera es atender. La segunda es pensar en lo que dice el profesor. Hay que estar en la movida. Y la tercera es dominar la voluntad. Por eso mañana tendremos un control evaluador, que contará para nota.

Ella explota.

-¿Nota? ¿Hola? No sé si sabrás que el mundo se ha ido a la mierda. ¿Qué clase de persona eres? Acabas de salir de un manicomio, ¿verdad?

-Tranquila, Ella, ella solo quiere formarnos-dice Viento.

-¡Pero es que no lo entiende! ¡Se cree que aún sigue en su estúpida clase de instituto! ¡Y ese zombie no deja de molestar aporreando las ventanas! Me lo voy a cargar.

Pura interviene.

-Ah, si ya lo sé yo… Quién mal anda mal acaba. Yo creo que vosotros estáis un poco rallaos. De todas maneras, ya he terminado. Podéis descansar.

Ella se levanta rápidamente y se encierra en la habitación del ordenador. Será mejor que no entremos.

Creo que ya estoy en condiciones de dormir algo.

-Alex-me dice Nora sonriente-Para que puedas dormirte… ¿Qué te parece si vemos una película?

Pura se me adelanta.

-Maravilloso. Tengo un amplia colección de largometrajes, pero son películas de adultos, no son de Hannah Montana ni nada de eso.

Nos reímos, es inevitable.

Me siento en el sofá entre Pura y Viento mientras Nora repasa los títulos.

-El Amanecer de Los Muertos, Infectados, La Noche de Los Muertos Vivientes, Zombies Party, Resident Evil…

Yuhu.

De repente, los golpes que da el zombie contra la ventana se vuelven más intensos, Viento se va corriendo a por más madera.

-Creo que hay más.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 4.

Vandalismo.

La señora tiene pinta de ser muy estricta y severa. Va vestida de manera elegante, pero como las abuelas, con un abrigo colocado a modo de chal, sin ponerse las mangas.

-¿Quién es usted?-Le digo.

-¿Quién soy yo? ¡¿Quién soy yo?! ¡¿QUIÉN ERES TÚ?!

Obviamente soy la dueña de esta casa.

-Vale.

-¿Cómo que vale? ¿Creéis que podéis ir asaltando moradas ajenas? Definitivamente la juventud de estos tiempos se está quedando atrás.

-Señora… perdone…-empieza a decir Nora- ¿Ha visto usted los zombies?

La mujer se queda mirando a Nora fijamente.

-Lo siento niñita, pero no estoy familiarizada con ese término.

Ella se inquieta.

-¿Cómo ha llegado aquí?

-Cómo va a ser… Voy a relatarte mi periplo. Estaba en el seminario de historia, del cual soy jefa.-La mujer habla de forma muy detenida- Cuando me fijé que no había nadie en el instituto, por lo tanto, volví a mi coche y conducí hasta casa.

-¿Y no le pasó nada por el camino?

-No.

-Tengo una idea-digo.

La llevo hasta el ordenador, y le enseño fotos de todos los sucesos de ayer y hoy.

-Mirar a las ratas comérselo todo…-dice la señora.

La señora parece muy sorprendida y enfadada cuando acaba de leer todo lo que ha sucedido.

-Entonces… ¡SOMOS SUPERVIVIENTES! ¡Acabo de iluminarme!

Los cuatro la miramos perplejos.

-Ya que somos de los pocos supervivientes que quedan en la tierra, mi deber como mujer sabia, es formaros para que seáis los próximos líderes mundiales.

-¡¡¿QUÉ?!!

Esta señora esta alucinando o algo.

-¡Las clases empiezan esta tarde! ¡Voy a prepararlo todo!

Los cuatro nos miramos perplejos otra vez y Viento dice:

-Dejemosla, menos posibilidades habrá de que se la coman. Además, puede ser divertido.

Tiene razón, podremos probar.

Tras una escueta comida, oímos que golpean una ventana del salón. Es un infectado que quiere entrar. Que siga intentándolo. Lo que me preocupa es que pueda atraer a más.

La señora aparece en el salón. Lleva un buen montón de libros bajo el brazo, y lleva gafas, aunque solo tienen una patilla. Sin decirnos nada aparta todos los muebles y coloca cuatro sillas pupitre.

Nos sentamos lentamente. Preparados para cualquier cosa.

-Esto es ridículo-dice Ella.

-Señorita, silencio. Va a empezar la clase-dice Viento.

-Exactamente-dice la señora.

Esta situación me hace olvidar lo mal que están las cosas fuera.

-Me llamo Pura. Mi misión es formaros para que podáis ser algún día los líderes del mundo, ya que está siendo devastado por esta tragedia. Primero comenzaré con lo más importante. La historia. La historia, para que conozcáis vuestras raíces… Cómo son las personas… Primero empezaré con lo básico.

Seguidamente nos entrega unas fotocopias. Las fotocopias están llenas de apuntes. Hay tantas letras que no se ve el blanco del papel.

-Esto es el AEIOU para pasar el curso. El espíritu de los temas. Comenzaremos con la edad contemporánea, ya que por vuestra edad, parece que habéis estudiado ya la antigua, la medieval y la moderna. ¡Eh tú!-Le dice a Ella- No se ralla, se atiende a la profesora. El aprendizaje es lo más importante, la educación. El día que te mueres, cuando tienes cien años, continúas aprendiendo.

Ojalá hubiera tenido a esta profesora en mi instituto. Seguramente hubiera apuntado todas sus citas en mi agenda, esto va a ser legendario.

-¡Hala! ¡Vámonos todos a arar campos! ¡A hacer carreteras! ¡A poner ferrocarril!

Y comienza a explicar la situación social del proletariado en la edad contemporánea, y como los burgueses comenzaron a hacerse notar.

Automáticamente mi mente se sumerge en la historia… y poco a poco voy captando cosas.

-¿Por qué no apuntáis nada? El lápiz es fundamental en mis clases.

-¿Qué hora es?-dice Nora.

-No preguntes la hora, porque me fastidia. Qué feo hace eso… Estar diciendo la hora.

-¿Qué llevas en la boca?-le dice a Viento

-Un chicle.

-Ah, pensaba que era la tapa del boli.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 3.

Viaje.

No he dormido. Ya son las seis de la mañana y no he dormido nada. Tengo muchísima hambre. ¿Cómo voy a dormir con lo que está pasando fuera? Tenía muchísimo miedo a que entrara un infectado en la casa y nos comiera a todos. No he dejado de pensar en toda mi familia, en toda la gente que conocía. También he intentado pensar en el futuro. Las cosas nos han salido demasiado bien hasta ahora, ¿qué pasara cuando se acabe la comida? ¿Cuándo se acabe el agua? ¿Cuándo falle el sistema eléctrico, o el agua? Esto último, estoy seguro que va a pasar muy pronto.

No puedo evitarlo. Corro a la despensa y me como un paquete de galletas. Ella está sentada en la encimera.

-¿Tu también, eh?-me dice.-Normal. Solo un lunático podría dormir con todo lo que está pasando.

No sé qué decirle, además de no querer hablar con ella.

Viento se despierta.

-Me alegro de que todos estemos vivos aún. Eh, hoy tenemos mucho trabajo-dice.

-Ah, es verdad.-No me acordaba del quad-Vosotras os quedaréis aquí, ¿No?-le digo a ella.

-Claro que sí. No pienso salir de aquí aún.

Ella sonríe, y mientras abandona la habitación nos desea suerte de manera sarcástica.

Nos damos una ducha muy fría y nos vestimos con la misma ropa que llevábamos ayer. Tenemos suerte de estar bastante abrigados, aunque viento se pone un abrigo que encuentra en un armario.

El cuarto donde se encuentra el quad está en la parte trasera de la casa. Tiene incluso una puerta por la que podemos salir fuera, como una puerta trasera. El cuarto está lleno de trastos. Sacamos el quad fuera.

Es un quad azul, bastante bueno.

-¿Sabes conducir?

-Tengo el carnet de moto… Espero que esto funcione igual, ¿No?

-Es bastante peligroso, ¿No hay casco?

Viento se ríe.

-Casco… Por si nos multa la policía zombie.

-¿Y si nos caemos?

-Mala suerte. Alex, no hay cascos.

-¿Entonces por qué tienen un quad?

-Puede que los dueños tengan más motos, y pocos cascos.

Refunfuño.

Nos subimos al quad, y yo me agarro fuertemente a Viento.

-No me hagas cosquillas.

Casi me da un vuelco el corazón cuando arranca. Lo maneja perfectamente. Nos movemos entre los árboles como si fueramos parte del viento. Qué casualidad.

Salimos del bosque enseguida, y llegamos a la carretera. Creo que Viento va demasiado rápido, lo que hace que yo le agarre más fuerte. Como me agarro más fuerte, Viento disminuye la velocidad.

Llegamos a la ciudad. Todo está cómo cuando nos fuimos. Coches siniestrados, destrozos por todas partes… Pero no hay gente.

Cuando estamos ya cerca del centro de la ciudad vemos que hay un grupo de supervivientes que suben a autobuses blindados y se van. Nosotros no podemos irnos y dejar a Nora y a Ella en la casa. ¿Verdad?

Cuando Viento para el quad delante del autobús, aparecen los infectados desde un callejón. Entonces el autobús se va, sin darnos tiempo a reaccionar. Viento arranca y nos alejamos de allí a toda prisa.

Tras unos minutos de rápido viaje entre las calles vacías, llegamos a un supermercado.

Me da miedo entrar, ya que lo más probable es que haya algún que otro infectado.

Viento entra rápidamente y me deja solo en la calle. Me quedo parado, sin saber qué hacer, en tensión. Hasta que cinco minutos después sale con una bolsa llena de carne, verduras y conservas.

Volvemos a montarnos en el quad y tomamos rumbo otra vez hasta la casa.

Cuando llegamos a la cabaña, dejamos el quad en el pequeño habitáculo y entramos.

En el salón están Nora, Ella y una señora de unos cincuenta años tomando té.

La señora nos dice:

-Ah, con que vosotros sois el resto de los asaltadores. ¡Vándalos!

viernes, 3 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 2.

Mitología.

Ella no hace esfuerzos por disimular. Nos odia por alguna razón y su expresión lo demuestra muy bien. Será porque vamos por ahí como si esto fuera una fiesta. Creo que nuestras mentes aún no han asimilado la situación.

Mientras Nora cocina unas salchichas, Viento, Ella y yo tapamos las ventanas con tablones. La chica se muestra fría con todos, excepto con Viento.

-¿Cuántos supervivientes habrá en el pueblo?

Viento me mira y me dice que ha encontrado un quad en el trastero que hay en la parte de atrás.

-Mañana iremos tu y yo, para ver cómo ha quedado el pueblo.

Ya sabes… Nuestras familias… Aunque hayamos perdido a nuestros seres queridos no tenemos que amedrentarnos. Tenemos que ser fuertes.

Le miro profundamente y le digo la verdad.

-No voy a poder dormir esta noche. Prefiero tomarme este asunto de otra manera, como hace Nora.

Ella se acerca.

-Por lo menos sigues vivo. Por lo menos no correteas por las calles en busca de carne fresca y cartílagos. Toma-dice mientras me da el martillo- Ya he terminado. La Pirada ya ha terminado de hacer la comida. Mejor comer antes de que se enfríe ¿No?

Después de hablarme de esa manera, le acaricia la mejilla a Viento y se sienta en la mesa.

Me acabo la comida enseguida y voy corriendo al ordenador para comprobar señales de vida. Todo lo que encuentro son noticias sobre sitios de evacuación demasiado lejos de aquí. Conecto la cámara y empiezo a hablar.

“Me llamo Alexander, tengo 16 años y estoy en una cabaña de un bosque”.

Lo cuento todo. Toda mi experiencia, donde vivía. Hablo sobre viento, Nora, Ella… Pido a posibles, aunque imaginarios equipos de rescate que vengan a salvarnos. Doy todos los datos de mi posición e incluso mi número de teléfono.

Se ve que cuando estoy deprimido el tiempo pasa más rápido. Ya es de noche.

Estamos en el salón, solamente con una pequeña lámpara encendida, a penas podemos vernos las caras. Ella está sentada en una silla cerca del pasillo, lejos de nosotros. Viento y Nora están tumbados en el sofá, ya que hace bastante frío. Yo estoy sentado en el suelo, apoyado en el sofá y cubierto con una manta.

-Para ayudaros a dormir os voy a contar un cuento, exactamente un mito-Dice Viento.

-El Mito de Hipno.

¿Hipno? Hipno es la personificación del sueño y es hijo de Nicte, la noche, y Érebo, personificación de las tinieblas de los infiernos, ambos hijos del Caos. Es a su vez hermano gemelo de Tánatos, la Muerte.

Viento comienza a hablar haciéndose el interesante. Está clarísimo que se lo va a inventar todo.

Era una tarde fría en la antigua grecia y un joven corría descalzo por las calles de la polis. Le habían acusado falsamente de un crimen muy grave y toda la ciudad lo quería muerto. Le perseguían miles de personas.

En una bifurcación del camino encontró a un ángel que le salvó y le llevo a un bosque. En el bosque lucharon contra un leviatán.

¿Un leviatán Viento? Creí que te lo inventarías mejor, pero a ver dónde termina esto.

Tras derrotar al leviatán encontraron a una joven pastora a la que se le habían muerto todas sus ovejas por culpa del chupacabras.

No puedo evitar reírme.

Entonces, los tres decidieron unir fuerzas para derrotar a las fuerzas del mal. En una cueva encontraron a una sirena que estaba muy triste por la muerte de su hombre. Como estaba cegada por la oscuridad creyó que intentaban atacarla y se fue a la polis, donde la multitud que perseguía al joven la corrompió. No la volvieron a ver. Más tarde la pastora se quedó cuidando de otro rebaño, y los dos muchachos…

Viento cambió la voz, ahora sonaba mucho más serio.

…se salvarón.

-Buen intento-dijo Ella- La próxima vez procura que La Loca no se duerma.

Capítulo 2. Parte 1.

Temis.

Parece infectada, así que le disparo.

Estoy perplejo, anonadado. La chica está delante de mí mirándome de forma asesina.

-¿ERES IDIOTA? ¡CASI ME MATAS!

La chica viene hacia mi hecha una furia y me agarra de la sudadera con las dos manos. Es bastante divertido, porque es mucho más bajita que yo. Lo que sí es grande, son sus ojos. Ojos verdes llenos de ira.

-Vais a coger vuestras cosas, y os vais a ir de aquí. ¡YA! ¿Me habéis oído? ¿Acaso estáis sordos? ¡HE DICHO QUE OS LARGUÉIS! ¡YO ENCONTRE ESTE SITIO!

Al parecer no estaba aporreando cosas, estaba clavando tablones en las ventanas.

Viento le pone una mano en el hombro y empieza a hablarle como se le habla a los pacientes de psiquiátrico.

-Tranquila. Nosotros estamos aquí para ayudarte. ¿No crees que te vendría bien estar con más gente? Así no estarás sola.

La chica se queda mirando a Viento, tira las maderas contra el suelo y se sienta en una cama. Estamos en un dormitorio pequeño, en el que hay una cama y un pequeño armario empotrado.

Viento le dice que se lo piense, que será mejor para ella que le acompañemos, que si está sola no sobrevivirá.

De repente se gira y nos dice:

-Dejadnos solos, ¿queréis?

Nora y yo salimos rápidamente de la habitación.

-Me da miedo-dice Nora.

-Tranquila… Simplemente está fustrada. Como nosotros.

Volvemos al salón, donde todo está perfectamente a mano. Nuestra estancia en esta casa parece que va a ser cómoda.

Nora entra en otra habitación.

-¡Mira un ordenador!

Entro en la habitación, que es un dormitorio más grande que el que acabamos de dejar, con dos camas y un armario.

-Corre, enciéndelo.

Espero que haya conexión, por favor, ya que mi teléfono no tiene cobertura.

El ordenador tarda años en encenderse. ¡Qué máquina más lenta, por favor!

-¡Dale un golpe o algo, Nora!

Nora me mira aterrada.

-¡No! A las máquinas hay que tratarlas como se trata a una flor, a un animal o incluso hasta tu propia abuela.

Seguidamente Nora se coloca delante del ordenador en postura defensiva.

-Qué eres, ¿Activista?

-Soy miembro de más de 15 organizaciones no gubernamentales, y tengo un niño apadrinado en Mongolia. Bien. ¿Por qué no te vas… cocinas algo, y me dejas con este pequeñín? ¡Me muero de hambre!

No me había dado cuenta del hambre que tengo. Son casi las tres de la tarde y ni siquiera he almorzado.

La cocina está tras un arco que hay en el fondo del salón. Es bastante pequeña (como el resto de la casa) pero tiene lo necesario. Unos fogones, despensa, nevera, horno microondas, una mesa y cinco sillas.

Abro la despensa esperando no encontrar nada, pero hay muchos botes de conservas, bolsas de snacks, bollería industrial…

Perfecto, no moriremos de hambre, espero que haya carne y pescado en la nevera… Y lo más importante, agua.

Abro un pequeño armarito situado al lado de la despensa y encuentro garrafas de agua. Perfecto. Parece que los dueños de esta casa acaben de venir de hacer la compra.

Oigo gritar a Nora.

-¡Ya va el ordenador! ¡Y tiene internet!

Corro hasta la sala del ordenador, y veo que Nora está navegando por páginas de Noticias.

Les hecho un rápido vistazo. En resumen, el contenido suele ser así.

Han efectuado planes de emergencia en todas las grandes ciudades, pero muy poca gente se ha salvado. La mayoría de supervivientes son de pequeños focos de población. Han muerto casi todos los jefes de estado más importantes del mundo, y se ha declarado el estado de pandemia.

Supongo que la vida normal ya se ha acabado.

Veo el icono de la cámara web en el escritorio del ordenador, y luego me fijo en el monitor.

-Después de comer grabaré un video de emergencia para ver si hay supervivientes por nuestra zona.

-¿Desde cuándo te has convertido en un salvador? Creía que eras de los que huían.-Dice Viento.

Está con la chica. Parece más calmada, aunque hay marcas visibles de que ha llorado mucho.

-Chicos, saludad a Ella. De ahora en adelante, nosotros cuatro vamos a pasar muuucho tiempo juntos.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Capítulo 1. Parte 10.

Refugio.

Aquí está. Ante mí se alza la casa donde se supone que vamos a ocultarnos. La verdad es que me sorprende, porque me esperaba una cabañita cutre. Es parecida a un chalet rural hecho de piedra. Parece que tiene un pequeño ático en un nivel superior, pero por lo demás, es sólo una planta.

-Me encanta, es muy rústica-dice Nora con alegría.

-Me preocupa que deje de serlo cuando tapemos las ventanas con tablones de madera-digo.

A Viento se le ilumina la mirada, ya que adora los tópicos de las películas de zombies.

Cuando frenamos del todo la furgoneta, Viento baja primero e inspecciona la parte de atrás. Coge una caja de herramientas que nos van a servir de mucha utilidad.

-Creo que esta casa es lo mejor que nos ha pasado hoy. ¡El día ha sido una locura completa!

Nos acercamos con cautela hacia la puerta, ya que en cualquier momento podría aparecer un infectado.

Al llegar nos encontramos la puerta abierta.

-Raro-dice Nora.

Dentro está bastante oscuro a pesar de la luz que entra por las ventanas. Puedo distinguir un pequeño salón con un sofá, una mesa con sillas alrededor y un pequeño televisor. Al fondo de la reducida habitacón hay un escalón por el que se accede a un pasillo. El pasillo está totalmente a oscuras. No se puede ver nada.

-Buscad un interruptor o algo-les ordeno.

Avanzo un poco, pero tropiezo con algo del suelo, no consigo saber que es, porque Viento me agarra y dice de forma sarcástica:

-Mira bien donde pones tus pies.

Luego sonríe como un idiota, lo que me hace dar un suspiro de enfado y empiezo a ponerme mandón otra vez:

-A ver, ¡Tenemos que encontrar una dichosa luz ya!

Nora da un grito de alegría.

-¿Esto sirve?-pregunta mientras sostiene una linterna.

-¿Dónde lo has encontrado?

-Estaba encima de la mesa. Ay, no te pongas así, que das más miedo que un zombi…

-Nora tiene razón.

Me matan. En serio.

De repente se oyen golpes.

-¿Nora? ¿Paras ya?

-No soy yo, tonti.

-¿Entonces quién?

Los ruidos vienen del pasillo. Viento coge la linterna y se adentra en la oscuridad.

-¿Eh? ¡Eh!

Nora me agarra del brazo y me lleva al pasillo.

Viento está parado en medio. Lo único que se ve es el haz de la linterna.

Nora se queja del ruido, ya que está volviéndose más intenso por momentos. Es como una especie de golpes secos y fuertes, como si aporrearan madera.

Avanzamos paso a paso, despacio. Parece que por cada paso que damos, el dichoso ruidito aumenta.

El pasillo acaba en una puerta. Una puerta. Me va a dar un infarto, creo. Definitivamente aquello que produce el ruido está dentro.

-¿Abro?-Dice Viento

Nora y yo nos callamos. Viento abre.

Dentro hay una chica que está aporreando los muebles con un bate. Está realmente furiosa. Se queda mirándonos y dice de manera impertinente:

-¡¿QUÉ?!

FIN DEL PRIMER CAPÍTULO.

CAOS

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Capítulo 1. Parte 9.

Cantando.

Viento intenta abrir la puerta de la furgoneta sin mucho éxito, le tiemblan demasiado las manos, y como no puede abrirla empieza a soltar risas tontas. Nora le aparta de un empujón.

-Más vale maña que fuerza. – dice. Y se saca una horquilla negra del bolsillo, la introduce en la oxidada cerradura y abre la puerta. Me siento como en una peli mala de acción. A qué mala hora le dije que sí…

-Eres increíble. – le dice Viento.

Si nos hubiéramos encontrado en otras circunstancias me habría reído de su cara de idiota, pero no era el momento.

-Sí, muy romántico, voy a echar la pota, aunque quizá tenga más suerte y me devore antes un maldito zombie. – No es muy agradable hacer de sujetavelas.

Mi intento de devolverles al presente funciona y entramos los tres en la furgoneta.

Viento arranca y dio marcha atrás. Golpeamos fuertemente un árbol. Hace un ruido muy fuerte, y rompe el cristal trasero.

-Ups.

-¡Podrías tener más cuidado! ¡Ahora van a venir en manada! ¿No piensas o qué?

Ah, me he enfadado.

Nora se pone roja de rabia y dice;

-¡Él no tiene la culpa! ¿Qué has hecho por nosotros últimamente? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?

Viento simplemente ríe.

-Tranquila Nora… Creo que tiene envidia de ti por estar sentada a mí lado.

-Ah claro-digo con un sarcasmo más grande que un campo de fútbol.

Me callo mientras veo cómo circulábamos por el bosque lentamente.

Un zombie pega su sangrienta cara en el cristal y nos sobresaltamos. Viento pisa a fondo el acelerador y atropella al zombie, que deja el parabrisas lleno de sangre.

No puedo evitar reírme. El hecho es que mi risa contagia a Nora y a Viento. No tengo que enfadarme tanto.

Diviso a lo lejos una pequeña casita, pero aun falta un buen trozo.

Nora enciende el aparato de música y suena una potente balada que habla de amor.

Se pone a cantar:

-AND I! WILL ALWAYS LOVE YOUU!!!!

Canta fatal, lo peor es que viento se le une. ¡Quiero morirme!

¡Zombie cómeme!-Digo.

Tras un momento musical, Viento se calla y dice:

-Ya hemos llegado. Bienvenidos a nuestro nuevo hogar.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Capítulo 1. Parte 8.

Escapatoria.

Hay tres cosas de las que estoy completamente seguro. Primero, Viento es un ñoño. Segunda, una parte de él se muere por matar zombies. Y la tercera, yo deseo, de manera incondicional, irrevocable, implícita e infinita que siga vivo. Sin embargo, pienso que yo no duraré mucho, pero voy a intentarlo, intentando no ponerle en peligro a él.

Nora corre hacia nosotros y abraza a Viento.

-Estamos cerca de la salida de la ciudad-dice Viento.

-¿Crees que estaremos seguros en el bosque?

-Seguramente no habrá tanto muerto viviente por ahí no.

Hablando de muertos vivientes, los soldados se las han apañado bien, ya que ahora están ayudando a la gente y intentando curar a los heridos. Pero les resulta imposible reparar el vehículo.

-Vámonos de aquí-digo.

Nora y Viento me miran como si estuviera loco, pero creo que es mejor salir de esta ciudad infestada de zombies.

Corremos a toda prisa por las calles vacías. Viento lleva una escopeta en la mano y yo llevo dos pistolas, las otras armas se han quedado sin munición.

Tardamos poco rato en llegar a la salida de la ciudad. Más allá vemos una carretera que se introduce en un denso y oscuro bosque.

Es una locura, pero sigo creyendo que si salimos de la ciudad tendremos más posibilidades de sobrevivir que si nos quedamos.

Nuestros pasos se oyen mucho más fuertes cuando comenzamos a andar por la carretera que se introduce en el bosque.

-Me siento como en la Bruja de Blair-dice Nora.

Caminamos muy juntos, y nos sobresaltamos con cualquier ruido.

De repente, de entre los árboles aparece una persona arrastrándose sobre sí misma. Se arroja sobre Nora y dice:

-Ayúdadme.

Tiene mordeduras por todas partes. Nora le da una patada en la boca y sale corriendo a esconderse detrás de Viento.

Aparece una zombie de entre los árboles. Nos ve y emite un gruñido.

-Tiene hambre-digo.

Viento le dispara en la cara. Al hacer esto, el hombre empieza a sollozar y a gritar de manera horrible, como si estuviera agonizando.

No tenemos otra opción que dejarle ahí y seguir andando.

-Creo que por aquí habían casas, ¿No? Serían un buen escondite temporal.

Le miro. Tiene razón.

-Están un poco más adelante, pero tendremos que adentrarnos en el bosque.

-Llegaremos antes si corremos.

Parece mentira que en tan poco tiempo hayan pasado tantas cosas. Estoy agotado, y solo son las dos de la tarde. Eso me recuerda algo. No he comido nada.

Llegamos hasta un punto donde hay una pequeña señal de de madera que indica la dirección hacia una caseta del bosque.

El camino que tenemos que tomar es bastante siniestro.

De todas maneras, continuamos corriendo.

Vemos una furgoneta parada, pero no hay nadie en ella.

Entonces yo aprovecho la ocasión.

-Viento, ¿No te parece que iríamos más rápido en la furgoneta? ¡Tiene las llaves puestas!

-Mis habilidades de chofer profesional han aumentado considerablemente, así que, de acuerdo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Capítulo 1. Parte 7.

Derribos.

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos minutos? Parece una eternidad. Viento se suelta de Nora y dice:

-Voy a ayudarles.

Enseguida me enfado.

-Te han dicho que no salgas. ¿Quieres que te muerdan?

-¿Tienes miedo?

-Claro.

-Yo también, pero las cosas son así, no vamos a cambiar nada si nos quedamos aquí, dejando que los demás hagan todo el trabajo. Sabes que esta situación no tiene solución, y lo que hay que hacer es aceptarla, cosa que tú no has hecho.

Me callo, sé que debería decir algo, pero no me salen las palabras. No quiero que salga fuera, pero no puedo impedírselo. Nora lo coge de las manos.

-Yo también voy a salir.

Me apoyo en una de las paredes del camión, a punto de llorar, mientras Nora y Viento salen del camión. Pero yo tampoco permanezco mucho tiempo dentro, ya que nada más salen oigo disparos.

Fuera puedo ver como el vehículo militar había chocado contra una camioneta y un camión, pero podría haber sido peor, ya que hay varios coches aplastados contra un edificio, que ha quedado totalmente destrozado.

Varios infectados, que parecen ser trabajadores de la construcción, han cogido al soldado que nos explicó toda la situación y están devorándolo. Antes de que me vean, corro a toda prisa hacia donde están Viento y Nora. Nora está ayudando a unos niños que están atrapados en un coche, y viento está disparando a una veintena de zombies que salen de un edificio en construcción. Me acabo de dar cuenta de que aún no he matado a ningún zombie. No será por mucho tiempo. Le agarro una pistola a Viento y voy a por los que se estaban comiendo al soldado. Mi puntería es pésima, y la pistola tiene mucho retroceso. Los zombies notan mi presencia y vienen hacia mí, pero son muy lentos. Consigo dale a uno en el pecho, éste da un giro y cae al asfalto salpicándolo todo de sange.

-Qué bueno-dice Viento riéndose.

Nos colocamos espalda contra espalda, armas en alto. Él agarra mi brazo y lo coloca firmemente entre su brazo y su torso. No me puedo mover.

-¡Gira y dispara!

Todo queda muy peliculero. Nos movemos hacia los zombies, giramos en el sentido de las agujas del reloj y disparamos al mismo tiempo, como una ruleta mata-zombies.

-¡Cómo mola!-grita Nora.

Cuándo paramos de girar, los zombies ya están muertos.

-No quiero que te derrumbes. Si algo tenemos que hacer es intentar sacarle provecho a la situación. Nos van a seguir, pero nosotros seremos más rápidos.

-Si me derrumbo, podré elegir levantarme. ¿No?

Viento sonríe.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Capítulo 1. Parte 6.

Rodando.

Viento y Nora han hecho buenas migas. A pesar de que puede que me vean cómo un insociable, me alejo de ellos. Estamos en un vehículo militar, de esos que salen en las películas. Nos encontramos en la parte trasera, donde hay una especie de asientos. Hay varios soldados con nosotros.

Salvo por Nora y Viento, todos estamos callados.

-Perdone-le dice Viento a un soldado-¿Qué es lo que ha causado el brote de infección?

El soldado debe de tener la edad de nuestros padres. Parece muy afectado por la situación.

-No tenemos bastante información aún, todo ha ocurrido demasiado deprisa. El brote comenzó hacia las tres de la madrugada del 13 de Noviembre de 2010, es decir, ayer. No se sabe su origen, y no comenzó en un continente en particular, si no en los cinco al mismo tiempo. Las autoridades creen que se trata de terrorismo, pero también puede haber sido una infección en la comida.

Viento asiente y pregunta;

-¿De qué formas te puedes contagiar?

- Depende de la edad y de la constitución física. Hemos recibido un informe que decía que los bebés, niños y adolescentes sois prácticamente inmunes, sólo os contagiáis por vía sanguínea, mientras que los adultos y ancianos también pueden contagiarse por vía respiratoria, aunque sólo si el nivel de agentes biológicos nocivos es muy elevado.

De repente imagino un mundo sin adultos. Sea cual sea el motivo de la infección, nos ha fastidiado y mucho. Si no lo controlan… puede que los humanos desaparezcamos.

Nora me llama. Voy hacia donde están y me siento entre los dos. No quiero que se hagan amigos y me dejen tirado.

-Lord Leonardo Federico Ernesto de Wellington me ha dicho que vaya con vosotros a partir de ahora. ¿Lord Leonardo Federico Ernesto de Wellington?

Estoy harto ya de los estúpidos nombrecitos.

¿Nora con nostros? Me parece bien, ya que sola no durará mucho… pero no la veo disparando con la escopeta.

-Vale-digo.

Nora se pone a dar grititos y a abrazar a Viento. “Viento” es el nombre que más me gusta.

Viento abre un poco las cortinas de la parte trasera del vehículo. Seguimos en la ciudad, pero estamos en las afueras. Veo como hay gente no infectada que huye en coches o que prepara sus casas como si de un huracán se tratase.

De repente, el vehículo da un movimiento muy brusco y caemos hacia atrás, se oye una explosión y un par de zombies intentan entrar por el hueco de atrás.

El estruendo de las ametralladoras estalla en mis oídos. El ataque es corto, ya que los zombies caen enseguida. Pero nos hemos parado. ¡Deberíamos estar circulando ya a toda pastilla! Los soldados salen del vehículo rápidamente, pero no disparan. Pasa el tiempo y yo me muero de miedo. La respiración de Nora es muy fuerte y rápida. Viento parece ser el más calmado de los tres. De repente un soldado asoma la cabeza de entre las cortinas

-No pasa nada, simplemente hemos chocado. ¿Dónde están los dos ancianos que había aquí?

Me había olvidado completamente de ellos. Pueden haber muerto ya, o peor, haberse convertido.

-Vamos a intentar solucionar el problema. No salgáis del camión, es una orden.

No pienso salir.