Viaje.
No he dormido. Ya son las seis de la mañana y no he dormido nada. Tengo muchísima hambre. ¿Cómo voy a dormir con lo que está pasando fuera? Tenía muchísimo miedo a que entrara un infectado en la casa y nos comiera a todos. No he dejado de pensar en toda mi familia, en toda la gente que conocía. También he intentado pensar en el futuro. Las cosas nos han salido demasiado bien hasta ahora, ¿qué pasara cuando se acabe la comida? ¿Cuándo se acabe el agua? ¿Cuándo falle el sistema eléctrico, o el agua? Esto último, estoy seguro que va a pasar muy pronto.
No puedo evitarlo. Corro a la despensa y me como un paquete de galletas. Ella está sentada en la encimera.
-¿Tu también, eh?-me dice.-Normal. Solo un lunático podría dormir con todo lo que está pasando.
No sé qué decirle, además de no querer hablar con ella.
Viento se despierta.
-Me alegro de que todos estemos vivos aún. Eh, hoy tenemos mucho trabajo-dice.
-Ah, es verdad.-No me acordaba del quad-Vosotras os quedaréis aquí, ¿No?-le digo a ella.
-Claro que sí. No pienso salir de aquí aún.
Ella sonríe, y mientras abandona la habitación nos desea suerte de manera sarcástica.
Nos damos una ducha muy fría y nos vestimos con la misma ropa que llevábamos ayer. Tenemos suerte de estar bastante abrigados, aunque viento se pone un abrigo que encuentra en un armario.
El cuarto donde se encuentra el quad está en la parte trasera de la casa. Tiene incluso una puerta por la que podemos salir fuera, como una puerta trasera. El cuarto está lleno de trastos. Sacamos el quad fuera.
Es un quad azul, bastante bueno.
-¿Sabes conducir?
-Tengo el carnet de moto… Espero que esto funcione igual, ¿No?
-Es bastante peligroso, ¿No hay casco?
Viento se ríe.
-Casco… Por si nos multa la policía zombie.
-¿Y si nos caemos?
-Mala suerte. Alex, no hay cascos.
-¿Entonces por qué tienen un quad?
-Puede que los dueños tengan más motos, y pocos cascos.
Refunfuño.
Nos subimos al quad, y yo me agarro fuertemente a Viento.
-No me hagas cosquillas.
Casi me da un vuelco el corazón cuando arranca. Lo maneja perfectamente. Nos movemos entre los árboles como si fueramos parte del viento. Qué casualidad.
Salimos del bosque enseguida, y llegamos a la carretera. Creo que Viento va demasiado rápido, lo que hace que yo le agarre más fuerte. Como me agarro más fuerte, Viento disminuye la velocidad.
Llegamos a la ciudad. Todo está cómo cuando nos fuimos. Coches siniestrados, destrozos por todas partes… Pero no hay gente.
Cuando estamos ya cerca del centro de la ciudad vemos que hay un grupo de supervivientes que suben a autobuses blindados y se van. Nosotros no podemos irnos y dejar a Nora y a Ella en la casa. ¿Verdad?
Cuando Viento para el quad delante del autobús, aparecen los infectados desde un callejón. Entonces el autobús se va, sin darnos tiempo a reaccionar. Viento arranca y nos alejamos de allí a toda prisa.
Tras unos minutos de rápido viaje entre las calles vacías, llegamos a un supermercado.
Me da miedo entrar, ya que lo más probable es que haya algún que otro infectado.
Viento entra rápidamente y me deja solo en la calle. Me quedo parado, sin saber qué hacer, en tensión. Hasta que cinco minutos después sale con una bolsa llena de carne, verduras y conservas.
Volvemos a montarnos en el quad y tomamos rumbo otra vez hasta la casa.
Cuando llegamos a la cabaña, dejamos el quad en el pequeño habitáculo y entramos.
En el salón están Nora, Ella y una señora de unos cincuenta años tomando té.
La señora nos dice:
-Ah, con que vosotros sois el resto de los asaltadores. ¡Vándalos!
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