Temis.
Parece infectada, así que le disparo.
Estoy perplejo, anonadado. La chica está delante de mí mirándome de forma asesina.
-¿ERES IDIOTA? ¡CASI ME MATAS!
La chica viene hacia mi hecha una furia y me agarra de la sudadera con las dos manos. Es bastante divertido, porque es mucho más bajita que yo. Lo que sí es grande, son sus ojos. Ojos verdes llenos de ira.
-Vais a coger vuestras cosas, y os vais a ir de aquí. ¡YA! ¿Me habéis oído? ¿Acaso estáis sordos? ¡HE DICHO QUE OS LARGUÉIS! ¡YO ENCONTRE ESTE SITIO!
Al parecer no estaba aporreando cosas, estaba clavando tablones en las ventanas.
Viento le pone una mano en el hombro y empieza a hablarle como se le habla a los pacientes de psiquiátrico.
-Tranquila. Nosotros estamos aquí para ayudarte. ¿No crees que te vendría bien estar con más gente? Así no estarás sola.
La chica se queda mirando a Viento, tira las maderas contra el suelo y se sienta en una cama. Estamos en un dormitorio pequeño, en el que hay una cama y un pequeño armario empotrado.
Viento le dice que se lo piense, que será mejor para ella que le acompañemos, que si está sola no sobrevivirá.
De repente se gira y nos dice:
-Dejadnos solos, ¿queréis?
Nora y yo salimos rápidamente de la habitación.
-Me da miedo-dice Nora.
-Tranquila… Simplemente está fustrada. Como nosotros.
Volvemos al salón, donde todo está perfectamente a mano. Nuestra estancia en esta casa parece que va a ser cómoda.
Nora entra en otra habitación.
-¡Mira un ordenador!
Entro en la habitación, que es un dormitorio más grande que el que acabamos de dejar, con dos camas y un armario.
-Corre, enciéndelo.
Espero que haya conexión, por favor, ya que mi teléfono no tiene cobertura.
El ordenador tarda años en encenderse. ¡Qué máquina más lenta, por favor!
-¡Dale un golpe o algo, Nora!
Nora me mira aterrada.
-¡No! A las máquinas hay que tratarlas como se trata a una flor, a un animal o incluso hasta tu propia abuela.
Seguidamente Nora se coloca delante del ordenador en postura defensiva.
-Qué eres, ¿Activista?
-Soy miembro de más de 15 organizaciones no gubernamentales, y tengo un niño apadrinado en Mongolia. Bien. ¿Por qué no te vas… cocinas algo, y me dejas con este pequeñín? ¡Me muero de hambre!
No me había dado cuenta del hambre que tengo. Son casi las tres de la tarde y ni siquiera he almorzado.
La cocina está tras un arco que hay en el fondo del salón. Es bastante pequeña (como el resto de la casa) pero tiene lo necesario. Unos fogones, despensa, nevera, horno microondas, una mesa y cinco sillas.
Abro la despensa esperando no encontrar nada, pero hay muchos botes de conservas, bolsas de snacks, bollería industrial…
Perfecto, no moriremos de hambre, espero que haya carne y pescado en la nevera… Y lo más importante, agua.
Abro un pequeño armarito situado al lado de la despensa y encuentro garrafas de agua. Perfecto. Parece que los dueños de esta casa acaben de venir de hacer la compra.
Oigo gritar a Nora.
-¡Ya va el ordenador! ¡Y tiene internet!
Corro hasta la sala del ordenador, y veo que Nora está navegando por páginas de Noticias.
Les hecho un rápido vistazo. En resumen, el contenido suele ser así.
Han efectuado planes de emergencia en todas las grandes ciudades, pero muy poca gente se ha salvado. La mayoría de supervivientes son de pequeños focos de población. Han muerto casi todos los jefes de estado más importantes del mundo, y se ha declarado el estado de pandemia.
Supongo que la vida normal ya se ha acabado.
Veo el icono de la cámara web en el escritorio del ordenador, y luego me fijo en el monitor.
-Después de comer grabaré un video de emergencia para ver si hay supervivientes por nuestra zona.
-¿Desde cuándo te has convertido en un salvador? Creía que eras de los que huían.-Dice Viento.
Está con la chica. Parece más calmada, aunque hay marcas visibles de que ha llorado mucho.
-Chicos, saludad a Ella. De ahora en adelante, nosotros cuatro vamos a pasar muuucho tiempo juntos.
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