lunes, 27 de diciembre de 2010

Capítulo 2. Parte 7.

Defensa.
Estoy hiperventilando. Siento un fuerte dolor en los piés, que se me habrán hinchado tanto que ahora tendrán el tamaño aproximado de un balón de fútbol. Cuando me encuentro al límite de mis fuerzas, exagero.
Es necesario que, para que no me agote al máximo, ande lentamente, pero me viene todo de golpe. La cabeza está a punto de estallarme del dolor por culpa de no haber dormido. Y casi no puedo mantenerme de pie.
No puedo evitar caer sobre el suelo terroso.

Cuando despierto estoy en un lugar pequeño, frío y gris. Artificial. Bajo mi cabeza hay una chaqueta bastante gruesa, supongo que la han puesto a modo de cojín.
Una mujer muy seria, que debe de tener aproximadamente cuarenta años me está mirando. Está hablándome, pero estoy tan confuso que no entiendo nada de lo que dice. Llega más gente, todos vestidos con uniforme de soldados, casi no cabemos.
Como no les entiendo, asiento a todo lo que me dicen, lo que hace que se alteren y me apunten con metralletas y escopetas.
Ahora caigo.
-No me han mordido-digo alarmado.
Automáticamente se relajan.
La mujer de antes me explica que les han ordenado que asentarse en ese punto para poder reducir la cantidad de infectados y ayudar a los supervivientes.
Un hombre muy grande me dice que en dos días va a llegar otro autobús que llevará a supervivientes a un refugio que hay en una gran ciudad que está hacia el sur. También me dicen que ya conocen muchos más datos de la infección.
Hay una parte de la población mundial que es inmune, pero nuestro continente es el que más daños ha sufrido, con un porcentaje de infectados del 90%. Los demás países no quieren ayudarnos por temor a que se expanda la infección.
Las noticias que me dan me entristecen, pero ahora necesito que me ayuden.
De repente se oye un sonido de alarma, y todos los militares se alteran. Por una radio se escucha una voz. Quien quiera que esté hablando a través de ella está totalmente aterrorizado y desesperado.
Nunca voy a entender lo que significan los códigos que utiliza esta gente. Charlie. Tango. Números al azar. Así que no me entero del mensaje. Pero sí deduzco que ha pasado algo muy grave y tienen que movilizar la base. Todos los soldados cogen armamento pesado y se largan. Dejándome solo. La verdad es que me estoy acostumbrando a ello. A estar solo.
No pienso esperarles si de todas maneras no me van a ayudar. Eso sí, antes cojo una pistola por si las moscas.
No se volver. Pero me da igual. Quiero alejarme, perderme, olvidarme de todo.
Ni siquiera me molesto en correr. Avanzo lentamente por el bosque. Si aparece un infectado, ya decidiré que hacer.
Cuando veo la casa, quiero enfadarme, pero me invade un gran alivio. Sé que realmente quiero estar con ellos. Descifrar a Viento. Lo peor es que la casa está rodeada de zombies. Un centenar de zombies. Estan atrapados dentro. Es imposible que sobrevivan.
Me escondo detrás de un gran tronco, con el corazón en un puño.
Creo estar loco, porque veo llegar a varios hombres vestidos con delicadas túnicas blancas armados con espadas. No dejan ni a un zombie vivo y entran en la casa.

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