viernes, 21 de enero de 2011

Capítulo 3. Parte 3.

Sonido.

Al no saber qué está pasando, me pongo muy nervioso. Lo mejor será coger a Pura, Viento, Ella y Nora y largarnos de aquí. Empiezo a relajarme hasta que oigo los gritos.

-¡Me estoy ahogando! ¡Socorro!

Es la voz del hombre que peleó con Ella. ¿Dónde está? Puedo oír los gritos, pero no puedo percibir de dónde vienen. Antes de que me levante, entra Ella por la puerta. La lucecita debe de haberse encendido ya.

-Esto es perfecto, eh.

La miro de forma muy seria y le planteo lo de escaparnos.

-¿Escaparse? Já. Ahí fuera se ha armado. Nos han puesto a cada uno una metralleta en la espalda. Y nos obligan a guardar silencio.

-¿Por qué hacen eso?

-Aah, yo que sé.

-Mientras sigáis sin armar jaleo, no harán nada, verdad.

Justo en ese momento suenan disparos.

Ella y yo gritamos y nos abalanzamos sobre la puerta. La aporreamos y le damos patadas, pero no se abre. Es inútil.

-No sabía que te preocuparas tanto por ellos.-Le digo.

No me dice nada, y se va directamente a la mesita donde están las llaves.

-Tendremos que salir de otra forma.-dice.

Coge la que tiene el número 3. Metemos la llave. Encaja perfectamente. El pasillo que tenemos delante está iluminado por una luz gris, y hay humo. Humo de ese cutre. Cómo si fuera una casa del terror. Hay unas puertas, cada una con un número.

-Supongo que deberemos entrar por la del tres.

Llegamos a la puerta, la abrimos con la llave. Pero la cerradura no nos deja sacarla. Lo que hay después de la puerta nos decepciona un poco.

Es una sala de estar, con estanterías blancas muy modernas, sillones de formas extrañas, lo que se podría ver en una revista de decoración.

En una lámpara de pie hecha de aluminio hay una nota.

Primera Prueba”.

Justo cuando Ella arranca el papel, empieza.

Un pitido. Muy agudo. Va aumentando su volumen hasta hacerse totalmente insoportable. Ella comienza a moverse de manera violenta, hasta que se arroja al suelo y comienza a retorcerse mientras se cubre los oídos con las manos.

El pitido es como un taladro, que se introduce en el tímpano y se enciende, perforando.

Arraso con la habitación de manera desesperada. Intentando encontrar la fuente del sonido. Me llevo las manos a las orejas, y éstas se manchan de sangre. Mi cabeza está a punto de estallar. En un armario encuentro unos cascos, enormes. Están conectados a la pared. Me los pongo y todo se calma instantáneamente y sólo se escucha el sonido de las olas del mar. Cojo otro par y estiro del cable. El cable se hace tan largo que me permite llegar hasta Ella y ponérselos. Cuando se los pongo, se calma enseguida, y empieza a respirar bruscamente. Entonces, es cuando se abren automáticamente las puertas de otro armario. De el armario sale un zombie.

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