jueves, 28 de octubre de 2010

Capítulo 1. Parte 2.

Desconcierto

La imagen es demasiado para mí y entro en estado de shock. El chico de los ojos oscuros vuelve a tirar de mí.

-¿Es que no has visto películas?

Me habla de películas. Ah.

-Me has sacado literalmente a la fuerza del instituto, una persona estaba gravemente herida y todo el mundo se está volviendo loco.

-Está más claro que el agua, joder.

-¿El qué?

Me mira de manera muy seria, pero yo le doy la espalda y veo a un grupo de alumnos del instituto corriendo hacia nosotros. Una chica que debe de ir a primero se abalanza contra un chico mucho mayor que ella y comienza a morderle el cuello desgarrando su piel.

-No-digo.

-Sí-dice el chico-Corre.

Corro todo lo que puedo, detrás de mi “héroe” hasta que llegamos hasta la esquina de la calle, donde aparece un camión dando tumbos muy bruscos y se choca contra un edificio. El camión explota. Saltamos por los aires y aterrizamos en la carretera.

-¿Dónde vamos? Le pregunto mientras corremos entre el humo.

Noto como la gente corre y grita pero el humo me impide ver. Me

doy cuenta de que he permanecido aferrado a la espalda del chico todo este tiempo. El humo empieza a desaparecer y deja ver a un policía disparando a todo lo que se mueve con su arma. Nos apunta y permanecemos inmóviles. El policía parece estar a punto de sufrir un ataque, tiembla de arriba abajo. Un hombre de mediana edad con uniforme de cartero lo derriba y comienza a morderle y a comerse su carne. Los gritos del policía son insoportablemente terroríficos. El chico vuelve a tirar de mí. Esta vez vamos corriendo en una dirección definida.

-Vamos a la comisaría de policía.

Giramos la esquina y la escena no varía mucho:

Gente intentado ponerse a salvo, cadáveres descuartizados, policías intentado poner orden…

Delante nuestro hay un coche con la puerta abierta, su propietario debe de haber huido aterrado. Probablemente ya esté muerto.

Nos subimos. Ni yo ni el chico sabemos conducir. Pero parece que nos las apañaremos. El chico está muy serio. Y empieza a atropellar a

todos los que se interponen en su camino.

-Siempre quise salir en una peli de zombies.

-¡ESTO NO ES UNA PELI, IDIOTA! Seguramente tus padres ya estén muertos- sin darme cuenta estoy llorando. Es imposible que continuemos estando vivos.

-No hay nada imposible, siempre queda alguna posibilidad. Yo no pienso dejar que nos pase nada.

Vamos muy deprisa, y tomamos las curvas de manera peligrosa. Estoy muerto de miedo.

El coche da movimientos bruscos y parece que en cualquier momento vayamos a volcar.

Entramos en una zona donde parece que las cosas están más tranquilas.

¿De donde habrán salido todas esas cosas? ¿Podría ser como en las películas? ¿Un virus? De todas maneras estoy demasiado asustado como para pensar detenidamente.

Parece que el chico le ha cogido el tranquillo a lo de conducir. Ya no damos apenas movimientos bruscos. El trayecto discurre sin incidencias; cosa rara.

El coche frena bruscamente en la puerta de la comisaría de policía. Todo está desierto, y las puertas del edificio están salpicadas de sangre.

viernes, 22 de octubre de 2010

Capítulo 1. Parte 1.


CAOS










El sol me golpea en la cara. Es uno de esos días en los que el cielo es soleado, pero el aire es frío. Ando con la cabeza gacha, mirando como mis pies golpean el duro suelo al caminar.

Me apoyo en una pared gris de hormigón para protegerme del frío. Veo a la gente ir y venir. Ha sonado la campana hace cinco minutos y el recreo ya está lleno. Parece que Javi no baja, su profesor debe de haber alargado la clase. Voy a la cafetería. Un lugar que, en un instante está a rebosar, en otro instante está vacío.

Al entrar, mi cuerpo recibe el calor del interior. Me acerco a la barra de la cafetería. La mujer, que ya me conoce, sabe que voy a pedirle un panini de bacon.

Entra un chico de tercero y le dice algo a un grupito de chicos que estaban en una mesa y se van corriendo. A través de las ventanas de la cafetería veo a más gente corriendo en la misma dirección. “¿Qué estará pasando?” pienso. “Será alguna chorrada”.

Al salir de la cafetería compruebo que absolutamente todo el mundo ha desaparecido. No tengo más remedio que ir a ver que pasa.

Desciendo las escaleras con pasos torpes y veo a la gente aglutinada. Parece que rodean a alguien. Al acercarme aumentan los gritos. Llego a la multitud, pero no veo nada. De repente alguien me coge del brazo.

-¡Cuánto has tardado! ¡Empezaba a preocuparme!

-¿Qué ha pasado, Javier?

-A ese chaval, estaba hablando con alguien a través de la valla, y dicen que se han enfadado…y eso.

-¿Y este jaleo?

La multitud se agita. La gente empuja, es insoportable, quiero irme.

-¡Se ha desmayado!-gritan varias voces.

Llegan incluso profesores. Creo que aproximádamente toda la gente del instituto está aquí.

Consigo escapar de entre la gente y llego hasta un banco a unos cincuenta metros del barullo.

-¡Corre!- me gritan.

Alzo la vista y veo a un chico de cara ligeramente alargada, ojos muy oscuros y pelo corto con el flequillo peinado ligeramente hacia arriba. Lo he visto en los pasillos, tiene un año más que yo.

El chico llega hasta mí, me coge de un brazo, y me empuja hacia delante.

-¡Corre!

No deja de decir lo mismo una y otra vez. Corro lentamente para intentar que deje de decir eso, ya que no tengo ni idea de por qué lo dice. Es bastante desconcertante.

El chico dice que me dé prisa. Llegamos al otro extremo del patio cuando comienzan los gritos. Me giro, pero todos están corriendo hacia donde estamos nosotros. Sigo al chico, que está intentando saltar la valla. Consigo llegar a la parte de arriba, me giro y veo a un chico a lo lejos, con heridas por todo el cuerpo, bastante graves. Escupe sangre por la boca.

Me he dejado caer por la impresión, pero el chaval de ojos oscuros me ha agarrado al vuelo.

Le intento dar las gracias, pero tira de mi brazo otra vez y corremos calle abajo. Estamos en una calle bastante amplia, pero desierta, salvo por el cadáver mutilado que hay en medio de la calzada.